Decía Walter Benjamin que la historia está escrita por los vencedores, pero para él era más urgente rescatar la voz de los vencidos, pues −como decía en Tesis sobre la filosofía de la historia− solo prestando atención estos podríamos alcanzar una visión clara de lo ocurrido.
Esta visión la podemos aplicar también a la historia de los modelos urbanísticos y rescatar así soluciones pasadas que no llegaron a funcionar del todo.
En este sentido he querido dedicar este artículo al movimiento urbanístico de la ciudad jardín, fundado por Ebenezer Howard a principios del S. XIX con la intención de sustituir las ciudades industriales por otras que mezclasen las ventajas de la vida en la ciudad con las de vivir en contacto con la naturaleza.
La intención de recordar este modelo no pretende tanto realizar un ejercicio de nostalgia, sino más bien rescatar aquellas ilusiones para ponerlas en contacto con una serie de problemáticas actuales.
Indice de contenidos
Los orígenes de la idea de Ebenezer Howard
Ebenezer Howard presentó en el año de 1898 una primera publicación titulada Mañana: Un camino tranquilo hacia una reforma real que después revisó y amplió para publicar en 1902 su libro Ciudades Jardín del mañana, un tratado que supuso el inicio de un nuevo modelo urbano denominado ciudad jardín.
El modelo propuesto por Howard pretendía reaccionar al caos reinante en la ciudad de Londres, resultado del acelerado crecimiento que causó la revolución industrial. Esta rápida expansión generó una masiva migración del campo a la ciudad y provocó que la emergente clase obrera viviese en condiciones de pobreza, hacinamiento e insalubridad.
Ebenezer Howard propone una solución a estas condiciones de marginalidad utilizando la sociología y la planificación urbana.
Su modelo acepta algunas de las ventajas de vivir en la ciudad, pero pretende incorporar también los beneficios de la vida rural.
Para ello propone concentraciones urbanas de tamaño mediano, incorporando grandes áreas verdes y alejando los equipamientos industriales a los márgenes de la ciudad para salvaguardar la salud de sus habitantes.
El modelo de Howard promueve además la igualdad social, la autonomía de gobierno e intenta luchar contra la especulación inmobiliaria incorporando la propiedad colectiva.
Descripción del modelo
El modelo planteado por Howard se basaba en pequeñas concentraciones suburbanas rodeadas por zonas agrícolas. Estas debían establecerse fuera de la ciudad, pero mantenerse siempre bien comunicadas con los centros urbanos por medio del ferrocarril.
Las ciudades debían tener capacidad para unas 32000 personas y reservar unas 400 hectáreas para edificar y unas 2000 hectáreas para zonas verdes y agrícolas. Una vez alcanzados el límite establecido de población se construiría una ciudad distinta, dando lugar así una red de ciudades interconectadas mediante una red de carreteras y ferrocarriles.
Cada ciudad jardín contaría con todos los servicios necesarios para mantener su independencia y se organizaría a partir de una estructura circular, con seis bulevares que atravesarían la ciudad de forma radial.
El centro sería un jardín rodeado por edificios públicos. A este lo rodearía un gran parque envuelto por un bulevar cubierto por cúpulas de cristal, que permitiría pasear los días lluviosos.
Después del parque seguirían dos anillos de viviendas divididos por una gran avenida rodeada de árboles, donde se situarían zonas comerciales y edificios institucionales.
Las zonas más alejadas del centro estarían dedicadas a actividades industriales y estas estarían rodeadas por vías de ferrocarril que facilitarían las actividades logísticas.
El último anillo sería un cinturón verde exterior, que pertenecería a la comunidad y serviría para impedir futuras ampliaciones por parte de especuladores inmobiliarios.
Evolución del modelo ciudad jardín:
Howard fundó en 1899 la Garden City Association −que aún hoy sigue en funcionamiento− con la intención de llevar sus ideas a la realidad y promover la creación de ciudades jardín. Para ello creó un concurso que ganaron los arquitectos Barry Parker y Raymond Unwin, con los que construyó en 1904 Letchworth, la primera ciudad jardín, a 56 km de Londres.
Letchworth terminó siendo económicamente rentable, a pesar de las dificultades iniciales para conseguir los fondos necesarios. Estas impidieron aplicar el modelo de financiación cooperativo pensado por Howard y provocó que se tuviera que aumentar la superficie edificable.
Finalmente se instaló una población de clase media-alta, compuesta por intelectuales y artesanos, por lo que se lograron solo en parte las intenciones sociales del proyecto original.
A pesar de ello sí se logró implementar parte del programa de usos ideado por Howard, con grandes áreas verdes, equipamientos urbanos básicos y con centros industriales alejados del centro, que velaban por la salud de sus habitantes y a la vez proporcionaban trabajo a gran parte de la población.
A Letchworth le siguió Hampstead Garden Suburb (1906), donde Unwin y Parker crearon un nuevo barrio londinense. Hampstead se distanció del modelo inicial de Howard en varios puntos: no constituía una ciudad autónoma, el uso fue meramente residencial y su éxito comercial propició una subida de los precios, propiciando la compra por parte de clases acomodadas e incumpliendo las intenciones sociales del modelo inicial.
Después de Hampstead se inicia la construcción en 1919 de Welwyn, a unos 33 km de Londres. En este caso la ciudad sería planificada por Louis de Soissons, que apostó por la agregación de viviendas pareadas y en hilera. Welwyn iniciaría un proceso de degradación del modelo de Howard, que quedaría reducido a unas cuantas claves formales que se repetirían en muchas urbanizaciones de baja densidad durante el periodo entreguerras.
Podemos decir que las utópicas ideas de Howard murieron de éxito, pues su modelo quedó vinculado a un modelo de estatus para clases acomodadas, basado en la venta de viviendas en núcleos suburbanos de baja densidad.
Las ciudades jardín, después de algunas décadas en el centro de atención, pasaron de moda y fueron sustituidas por las “torres en el parque” basadas en Le Corbusier. A pesar de ello, las ideas Howard fueron de gran relevancia para el desarrollo urbano del S. XX, convirtiéndo su nombre en un referente del crecimiento sostenible.
Conclusión
Como decíamos al inicio del artículo, a veces es necesario buscar las reacciones a los modelos que se imponen a lo largo de la historia para encontrar alternativas a los problemas que estos mismos modelos han podido causar. En ese sentido puede ser muy interesante recordar los futuros que imaginó Ebenezer Howard hace más de cien años.
Como decía Martí Perán en el texto curatorial de la exposición Futuros abandonados. Mañana ya era la cuestión (2014-2015):
“Recordar el futuro significa distinguir del pasado las líneas de escape que hoy todavía apuntan hacia delante. De este modo, la aproximación al pasado ya no se produce de forma desideologizada, sino que, por el contrario, ahora la memoria opera ya con un filtro que le permite rescatar lo pertinente para responder al imperativo de abrir horizontes.”
Si seguimos esta idea podemos pensar que rescatar el modelo de Ebenezer Howard puede servirnos para mejorar nuestras ciudades actuales. Las ideas que Howard plantea sobre autogobierno podrían generar ciudades con centralidades más distribuidas, reduciendo tanto los desplazamientos como las emisiones y acercando nuestras ciudades a un modelo similar a La ciudad de 15 minutos de Carlos Moreno.
Es verdad que la propuesta de Moreno no apuesta por una nueva ruralidad, pero sí pretende hacer la vida en las ciudades más placentera, apostando por ciudades policéntricas, donde los habitantes tengan acceso rápido a todos los servicios (salud, alimentación, alojamiento, cultural, escuelas, trabajo y ocio).
Por otro lado, es imposible obviar las alternativas que las propuestas de Howard plantean ante la crisis climática. Su apuesta por la integración de masa vegetal en los núcleos urbanos se acerca muchísimo a las diversas propuestas de re-naturalización de nuestras ciudades necesarias para cumplir los retos de la agenda para el desarrollo sostenible de la ONU.
Por último, no hay que olvidar que las ciudades jardín eran una forma de reconstruir la sociedad capitalista en plena revolución industrial. Quizás el modelo propuesto por Howard pueda ofrecer alternativas a la situación actual; marcado por una profunda desindustrialización y la terciarización de la economía, por el descreimiento en las grandes ciudades que ha motivado la COVID y por el desequilibrio poblacional que sufre el interior peninsular. Quizás un modelo basado en micro-sociedades cooperativas podría ser una buena alternativa.
Algunos de estos planteamientos están siendo retomados hoy en día por arquitectos, planificadores urbanos y legisladores. Entre ellos podemos encontrar los autores de llamado Paradise Planned: The Garden Suburb and the Modern City (2013), los proyectos ganadores del Premio de Economía Wolfson del año 2014 , modelos como el de Brøndby Garden City (Copenhague) o los numerosos proyectos que se están desarrollando en China, como Heart of Lake o Tianfu Ecological City.
Enlazado desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Caba%C3%B1al-Ca%C3%B1amelar