Tal vez la más grave anomalía que padece España es que sus jóvenes no se pueden emancipar. La prioridad de cualquier gobierno debería ser que las personas que tienen entre 20 y 30 años, es decir en la plenitud de sus facultades físicas y mentales, pudieran estar plenamente emancipados, poniendo en marcha los proyectos familiares que hubieran elegido, trabajando y cotizando para mantener el sistema público de pensiones.
Pero no es así, la mayoría de los jóvenes tienen que seguir habitando en las viviendas de sus padres o compartiendo con otros jóvenes pisos con caros alquileres. Acceder a la propiedad de una vivienda, es ya algo impensable dadas sus actuales valoraciones.
Según indica el reciente estudio realizado por el ‘Observatorio de Emancipación’ del ‘Consejo de la Juventud’, los jóvenes españoles entre los 16 y los 29 años pagan el 94% de su sueldo para vivir solos de alquiler, lo que explica porqué sólo uno de cada cinco de ellos se había emancipado durante el segundo trimestre de 2019.
Es decir, cuatro quintas partes de los jóvenes, en edad de vivir independientes, no se han emancipado. Con independencia de los graves problemas individuales que genera esta situación, tiene consecuencias terribles para la economía, presente y futura.
El estudio toma datos desde el año 2006 de la ‘Encuesta de Coste Laboral’ y la ‘Encuesta de Condiciones de Vida del INE’. Con esta información, se obtiene que en la actualidad el salario neto medio de los jóvenes en este rango de edad es de 11.188 euros anuales (932 al mes); a partir de ahí, una media de ‘precios de vivienda’ obtenida con datos del portal Idealista, o las ‘valoraciones’ encontradas en las ‘bases de datos’ de ARQUITASA y otras ‘Sociedades de Tasación Homologadas’, se estima en 880 euros mensuales el coste del ‘valor de alquiler’ para una vivienda media de 80 metros cuadrados, por lo que deben destinar prácticamente el 100 % de su sueldo para poder vivir independientes.
Además, el trabajo muestra algunos datos en cuanto a evolución temporal de este problema: esta brecha entre los sueldos de los jóvenes y la realidad del mercado es mayor que en los peores momentos de la burbuja inmobiliaria. A finales de 2008, el porcentaje del sueldo que un joven debía destinar para vivir solo de alquiler se situaba en el 55,7%, ya bastante por encima de la renta máxima tolerable.
Respecto al año pasado, el valor actual ha subido 5 puntos, teniendo en cuenta las ‘tasaciones de viviendas para jóvenes’, realizadas este año que acaba. Se calcula que se necesitan más de dos millones de viviendas públicas.
De hecho, de entre los jóvenes emancipados actualmente, sólo un 16% vive solo; ante este panorama, compartir piso se convierte en la opción más viable. De media, este modelo requiere ‘sólo’ un 30,8% del sueldo mensual, ligeramente por encima de la renta máxima tolerable.
Sin embargo, las perspectivas son muy diferentes en función de la ciudad: en 21 capitales de provincia -entre ellas, Alicante, San Sebastián y Madrid– este valor se sitúa por encima, mientras que en Barcelona alcanza incluso el 40%. Esta situación mejora en el País Vasco, la Comunidad Autónoma con mejores políticas de vivienda para jóvenes.
Por todo ello, la tasa de emancipación está en su mínimo absoluto desde el año 2002: más del 81% de los jóvenes menores de 30 años aún viven en el domicilio familiar. Todo lo relatado es realmente negativo desde un punto de vista social, pero es nefasto para la reactivación de la economía, por no quedar dinero disponible para consumir y para imprimir dinamismo al ‘mercado de la vivienda’, tanto en ‘régimen de alquiler’ como en propiedad.
La producción de nuevas viviendas, adaptadas a las necesidades actuales de los jóvenes, es muy escasa y la valoración de las existentes sigue siendo muy alta. Se hace muy necesario políticas parecidas a las empleadas en el norte de Europa o en ciudades como Berlín.